Bahía de Samá, puerto seguro para los aborígenes cubanos
Escrito por Alberto Santiesteban Leyva	 |	 Martes, 25 Marzo 2014	   
Según criterios de algunos especialistas quizás fue por la Bahía de
Samá 
por donde llegaron algunos grupos aborígenes pertenecientes a la cultura
aruaca, que dieron lugar desde el siglo VIII a la sociedad subtaína que 
pobló toda la región de Banes y áreas aledañas.
No es por casualidad que a unos pocos kilómetros de allí, en las 
estribaciones del noroeste del cerro de Yaguajay  y convertido en algo
más 
que una leyenda, está el sitio arqueológico  Chorro de Maíta, donde 
también radica el museo del mismo nombre.
La ensenada de Samá  por ser una original irregularidad que aparece en
la 
costa noroeste del oriente de Cuba y cuya entrada  tiene la apariencia de
un río, debido a la forma de su boca y las elevaciones que la flanquean,
sin dudas fue un territorio propicio para el desembarco de los primeros 
habitantes de Cuba.
También Samá se convirtió, durante la conquista española,  en uno de
los 
primeros sitios de la región donde  hubo asentamiento de europeos 
peninsulares, que se dedicaban a la crianza de ganado y cerdos.
Asediados por los piratas, que desembarcaban para robar y abastecerse de 
carne, agua y frutas; los habitantes del lugar establecieron una 
vigilancia permanente, por lo cual se le denominó también embarcadero
de 
Ronda.
Concluyendo el siglo XIX y a las puertas del  XX Samá sirvió de 
experimento para la siembra de bananos Johnson que hicieron prosperar las
colonias de la zona satisfactoriamente, convirtiéndose la bahía de la 
comarca en uno de los principales puertos de Cuba dedicados a la 
exportación del plátano fruta.

 
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