viernes, 27 de marzo de 2015

Mayelin, entre espinas

Quién le diría a esta mujer banense, cubana hasta la médula que siempre
estuvo en la casa en medio de los avatares domésticos que al conocer a
los cactus su vida cambiaría y que las espinas se convertirían en el mejor
de los entretenimientos y también una parte importante de su sustento.

Mayelin Colomar, supera ya las tres décadas de vida, pero sus ansias de
estudiar y superarse la hicieron incorporarse a un proyecto para
aprender de estas plantas que, oriundas de lugares secos, hoy forman parte
inseparable de su vida.

Conoció que la siembra de un cactus es una actividad que requiere
paciencia puesto que para que una semilla se convierta en una planta
adulta tienen que transcurrir unos seis meses, pero eso no la amedrentó.
El éxito de esta tarea depende de varios factores: la semilla, la tierra y
los cuidados que se le brinden a la planta, y ella se dispuso a obtener
buenos resultados de todas formas.

Variedad de formas extrañas y extraordinarias Aprendió que la palabra
cactus procede del griego kaktós que es lo mismo que "craso, grueso,
gordo", que son plantas primitivas que resisten el paso del tiempo en
constante mutación, de ahí la inmensa variedad de formas extrañas y
extraordinarias que adoptan; a veces incluso se diría que vienen de otro
planeta, que son "plantas de ciencia-ficción". Y quizá por eso tengan
unas características tan sorprendentes que la cautivaron pues los cactus
son plantas fascinantes, no solo por las púas que los rodean, sino también
por las flores que son capaces de producir. En algunos incluso brotan de
color azul que pueden dar un toque muy diferente a su jardín y aunque no
todos los tipos son capaces de florecer ni lo realizan del mismo modo, si
hay que reconocer que son hermosos.

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