jueves, 27 de agosto de 2015

Culminaron las vacaciones, llegan las clases

Comenzó la última semana de las vacaciones en Cuba, un período veraniego
de calor intenso. Dos meses de dormir mañana para los estudiantes e ir
tarde a la cama. En lo adelante se abre la incógnita del nuevo curso
escolar, como casi siempre otros profesores, alguna que otra asignatura o
arista novedosa y el deseo de llegar al primer día de clases con la
autoestima elevada y con el uniforme a punto.

Y ahí va un dilema, hay que cumplir con las normas básicas del reglamento
para el uso de esa vestimenta. La mayoría asume las reglas aunque rayando
lo permisible y casi siempre por la presión de los padres. Los varones
piden que el pantalón y la camisa estén ajustados al cuerpo, incluyendo el
llamado corte tubo. Las chicas también quieren mostrar sus curvas y a ello
le suman subir unos dedos al falso.

El pelado es otro elemento, los chicos no quieren perder el look
vacacional y aparecen rapados indistintamente o con las últimas modas
traídas por las estrellas de la pantalla, el paquete o las últimas
revistas.

Las joyas y tatuajes necesitarían un capítulo extenso pero todo se resume
en una sola palabra: uniforme. Este es un término que significa un
conjunto estandarizado de ropa usado por miembros de una organización
mientras participan en la actividad de ésta. Hay que tener una imagen,
decente, generalizada independientemente de pesos, volúmenes, modas y
tamaños.

Referente a la familia, la misma está asociada a la escuela más allá del
vestir, el fin de las llamadas "vacaciones", exige mochilas y otros
aspectos para tener todo listo aunque a última hora hay algún detalle por
ajustar.

Para algunos con la llegada de septiembre obtiene la tranquilidad, el
universo retoma el curso de vida normal. Equivocación total. La tele y
demás equipos es verdad que descansan pero regresa el levantarse más
temprano, la merienda de la escuela con un poco más de imagen porque usted
sabe, en casa cualquier cosa pero en público nuestra cultura exige un
toque extra. Luego vendrán pedidos, investigaciones, tareas que ponen los
pelos de punta y así.

Los forros para los libros y libretas son un fastidio y ponen a la familia
a correr; hay que recortar, rotular, pegar y una serie de infinitivos más,
pero es una experiencia única, ya se echará de menos cuando llegue "el
síndrome del nido vacío", cuando los hijos terminen ese período que es la
escuela y se acaben las vacaciones en casa porque ellos ya hacen vida
independiente. Entonces, es mejor disfrutar ese dulce fastidio que llega
con el fin de las vacaciones.

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