jueves, 27 de agosto de 2015

El paisaje que subyugó a Cristóbal Colón

Forman un paisaje excepcional. Ninguno es igual al otro. Cada uno con sus
atributos de abruptas laderas cortadas a pico, oquedades, cimas,
farallones, lapiés, dolinas, diaclasas, canales, desplomes… cuanto
capricho es dado a las rocas, desafiándose entre sí en el terreno
inescrutable de la belleza, con la sola coincidencia en su carácter cónico
y en el magnífico grado de conservación que muestran aún los cerros
cársicos de Maniabón.

Singulares también por abrigar abundantes sistemas cavernarios bastante
bien conservados y repletos de fauna subterránea, parte medio oculta de un
entorno que a la luz del sol exhibe la vitalidad de estar habitado por 384
especies de plantas y 214 de animalillos diversos, sin duda, otro de sus
especiales encantos.

Buena parte de esta maravilla que clasifica como Elemento Natural
Destacado se ubica dentro de las fronteras del municipio de Rafael Freyre,
en el norte holguinero, donde ocupa 592,41 hectáreas de terreno,
administradas por la Unidad Económica de Base (Silvícola) de la Empresa
Forestal Holguín.

Por ello, no es para nada extraño que, en las primeras referencias de la
historia de Cuba anotadas por el Gran Almirante de la Mar Océana Cristóbal
Colón, aparezcan algunos de sus más relevantes representantes como Las
Tetas, La Mezquita o la Silla de Gibara, puntos de obligada referencia
geográfica, por citar brevemente. Un paisaje que evidentemente subyugó al
navegante, el cual escribió en su bitácora: ¡la tierra más fermosa que
ojos humanos vieran!.

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