viernes, 24 de octubre de 2014

Cuba bajo amenaza nuclear

Al Teniente General Gueorgi Alekseevich Voronkov, lo conocí personalmente,
sin embargo no supe quién era hasta 23 años después. Yo residía frente a
su apartamento en el reparto Reforma Urbana en la ciudad de Banes, al
norte del oriente cubano. Llegaba ocasionalmente temprano en la mañana en
un helicóptero que tenía como campo de aterrizaje una pequeña área
deportiva de la escuela Dionisio San Román, y luego se trasladaba a pie
hasta su domicilio, distante unos 500 metros del lugar.

Allí él pasaba uno o dos días con otros compañeros. Nadie podía imaginarse
que eran militares, siempre vestían de civil. En ese corto trayecto lo
acosábamos pidiéndole fósforos algunos, y otros, cigarros. La comunicación
la establecíamos por señas. Él comprendía perfectamente nuestras
intenciones, nos pasaba la mano por la cabeza cariñosamente y regalaba su
caja de cerillos, pero jamás ofreció un cigarro. En castellano muy mal
pronunciado expresaba: "niños no fuman".

En l986, en ocasión de conmemorarse el 25 aniversario de la Crisis de
Octubre, Voronkov visitó la zona de La Anita. Allí recordó cuando se
desempeñaba en l962 como comandante de una de las divisiones coheteriles
antiaéreas emplazadas en Cuba. Su Estado Mayor radicaba en la provincia de
Camagüey. Su misión era proteger el espacio aéreo de la zona oriental del
país, desde Santa Clara hasta Santiago de Cuba, para lo cual contaba con
tres regimientos de misiles a reacción.

Este General ya retirado y con una avanzada edad mantenía la expresión
afable de siempre. Su cabellera, diezmada por la calvicie pronunciada, era
blanca como el algodón; y en su rostro se apreciaban, a golpe de vista,
profundas arrugas. Se destacaba en él sus brillantes ojos de penetrante
mirada.

Recordó aquel instante decisivo, donde no quedaba otra alternativa. Contó
cuando le comunicaron a la Comandancia que un avión había entrado a gran
altura en el espacio aéreo de Cuba y esperaban por su orden para efectuar
el disparo.

Para él fue un momento difícil – relató -. Podía con su mandato desatar la
Tercera Guerra Mundial. Su experiencia de militar y combatiente de la Gran
Guerra Patria, así se lo decía. Pero el riesgo era aún mayor, la amenaza
nuclear ahora estaba presente.


"Fue sorprendente –añadió- no había terminado de dar la orden de fuego, y
ya me informaban que el objetivo enemigo estaba derribado. La tensión
alcazaba su punto máximo. Pero todo continuó normal. Cesaron de inmediato
los vuelos sobre el territorio cubano".

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