Antes del inicio del Período Especial, allá por la década de los 80 del 
pasado siglo,  detrás de la pescadería y la antigua planta de hielo 
existía una extensión de terreno baldío, nadie la reclamaba y mucho menos 
importaba. Entonces no se hablaba de agricultura urbana y tampoco de 
sembrar cada segmento de tierra aunque fueran patios. La economía 
inclinaba la balanza para el lado positivo y las granjas agrícolas 
suministraban lo suficiente para entonces.
Muchos de los alimentos  casi siempre eran importados, el azúcar aportaba 
una suma importante de dinero e intercambios ventajosos con el 
desaparecido Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), dígase el campo 
socialista. A lo anterior se le puede sumar que la naturaleza era 
benévola, el cambio climático entonces era un tema  para círculos muy 
específicos, cerrados y estudiosos de luz larga.
Hoy la realidad es otra y se puede redefinir en una esencia que no se 
debió perder y que acompaña al hombre desde las cavernas. Hay que producir 
alimentos, bienes y servicios, con medios propios, explotando las 
capacidades en toda la magnitud posible.
Detrás de la pescadería ya no hay fábrica de hielo, el tiempo y las 
realidades del Período Especial dieron al traste con ella pero detrás de 
la instalación tampoco existe un terreno baldío. Eriberto Rodríguez 
Mojarrieta lo explota gracias a los beneficios de las leyes que 
permitieron la entrega de tierras en usufructo.
Como costumbre en Banes la lechuga era típica de los meses de diciembre y 
enero, hoy algunos rompen aquel esquema y se imponen con tecnologías, 
variedades, riego y trabajo. Eriberto es uno de los pocos que vende 
lechuga pese al intenso calor.
Eriberto Rodríguez Mojarrieta es un campesino de ciudad"Nosotros 
producimos una lechuga muy buena aunque estamos en verano, podemos hacerlo 
el año entero ya que tenemos las condiciones necesarias para el desarrollo 
de ellas" -alegó este inusitado campesino de ciudad y añadió: "me dieron 
las estructuras y armé los semiprotegidos. Además tenemos un pozo de agua 
muy fértil para el riego".
El quiosco o punto de venta de Eribero Rodríguez Mojarrieta se encuentra 
cercano a la pescadería, hace esquina y se distingue por tener variadas 
ofertas donde sobresalen verduras y algunas viandas pese a que en los dos 
últimos años los niveles de precipitaciones han sido mínimos y las 
temperaturas imponen récords.
"Somos grandes productores de zanahorias, remolachas, perejil, 
habichuelas, berenjenas, en fin producimos casi todo tipo de hortalizas" –
expresa con satisfacción.
Uno de los elementos que permite a Eriberto triunfar en la denominada 
agricultura de espacios reducidos es el empleo de los cultivos 
semiprotegidos, ellos crean un microclima beneficioso para las condiciones 
de la zona y así se puede seguir planificando.
"Tenemos un buen proyecto y aspiramos a seguir creciendo cerca del puente 
del río Banes, para limpiar y poner a producir esa parcela, es cuestión de 
tiempo. Cuando nos pongan la energía eléctrica ya podemos materializar 
eso, hay que dar condiciones al terreno y aplicar materia orgánica para 
desarrollar mejor los cultivos de manera sana"- dice Eriberto.
Las hortalizas las escoge el cliente en estos meses de veranoÉl y su 
equipo limpiaron un viejo estanque que estaba repleto de escombros, lo 
repararon, lo llenaron de agua y sembraron alevines. Hoy tienen peces para 
beneficio social. "Tenemos miles de tilapias en el estanque para donarlos 
a los círculos infantiles".
En Banes hay varios ejemplos de productores notables, seres que aman lo 
que hacen, dignos de conocer y reconocer. Unos más distantes, algunos en 
lejanas serranías, otros cercanos a la costa y también los hay casi en el 
centro de la ciudad. Son aristas de un universo que se consolida para 
bien, una manera de mirarnos por dentro y demostrar que podemos hacer más.
 
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